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martes, 30 de diciembre de 2008

San Pedro (Echinopsis Pachanoi)






El cactus de San Pedro (Echinopsis pachanoi), también llamado wachuma, es una especie botánica de cacto de la familia de las Cactaceae y se encuentra en Sur de Ecuador y norte de Perú.
El San Pedro es un cactus columnar típico de la región andina (sobre todo Bolivia, Ecuador y Perú). Puede alcanzar de 3 a 6 metros de altura, de color verde azulado, puede tener de 4 a 10 costillas, con un diámetro de hasta 15 cm. y varios brazos surgiendo desde la base del tronco. Se caracteriza por tener un crecimiento muy rápido (Hasta 30 cm. en 1 año) y por sus pequeñas espinas y flores grandes de color blanco que florecen de noche.Desde la colonización y cristianización, se lo empezó a conocer popularmente como San Pedro, por el paralelismo que los nativos encuentran entre el evangelista y profeta poseedor de las llaves de cielo y los efectos que ellos entienden que produce la ingestión del cactus de abrir las puertas del cielo.



Existen fuertes evidencias arqueológicas de su uso como objeto de culto de los grupos indígenas andinos. Una de las evidencias materiales más importantes es un bajorelieve del templo de Chavín de Huantar, donde se muestra a un hombre de aspecto atigrado que lleva en sus manos el citado cactus, por lo que queda claro y es una fehaciente muestra del valor de la planta para los antiguos peruanos, los cuales la asociaban a los jaguares y seres mitológicos.Hoy en día se lo utiliza mundialmente con fines ornamentales. En Perú los shamanes lo siguen utilizando en diferentes ceremonias y rituales de sanación.






Técnicas de preparación
Es necesario entender la relación que el hombre andino tiene con San Pedro desde las primeras épocas pre-cerámicas, (dos o tres mil años a.C.). Restos de la planta seca han sido encontrados en varias excavaciones en el litoral peruano. Pero en estos lugares, la wachuma debió ser traída desde bastante lejos pues su hábitat se ubica entre los 2 o 3 mil metros de altitud. Dadas las condiciones de transporte de la época –considerando que una caminata desde la sierra hasta la playa sería de por lo menos 80 kilómetros– es muy probable que se acarreara el cactus luego de secarlo al sol. Independientemente del registro arqueológico, lo que predomina actualmente en el Perú es el cocimiento de la planta verde, la que se corta en rajas y se cocina por varias horas. Después se cuela, eliminando las partes sólidas de la planta, y se toma el líquido viscoso que queda. Recientemente, algunas personas han redescubierto la técnica original de secar la planta antes de cocerla. Creo que de alguna forma, esto afecta su rendimiento, haciendo que algunos alcaloides precursores de la mescalina, se conviertan en mescalina, y potencialicen el efecto total.

El San Pedro era usado ritualmente en el Horizonte Chavín, una de las primeras civilizaciones peruanas, alrededor del 800 a.C., especialmente en el centro ceremonial de Chavín de Huántar. En este lugar hay representaciones de sacerdotes con el cactus en la mano, pero es difícil saber los detalles del culto que se practicaba allí. Probablemente, incluía un momento de concentración en un patio externo a la pirámide y después las personas ingresaban a unas galerías subterráneas, donde había una serie de pequeños corredores y cuartos y un sistema muy complejo de canales para dejar pasar aire y agua –lo que producía efectos sonoros en el interior de la pirámide. Hoy es posible visitar esos locales. En seguida, los participantes eran conducidos delante de un gran monolito que representaba la divinidad mayor, un gran felino –más que un simple jaguar– con atributos de serpiente, pájaro y otros animales. El arqueólogo Richard Burger, de la Universidad de Yale, afirma que el ritual incluía también la ingesta de alguna otra sustancia. De acuerdo con el investigador –y concuerdo con su visión– en el momento de mayor intensidad probablemente ellos shingaban (aspiraban por la nariz) una dosis de «huilca».



La huilca es un polvo preparado a partir de semillas de Anadenanthera peregrina, un árbol muy común en la selva, que crece desde los Andes hasta Sâo Paulo. Esta semilla contiene dimetiltriptamina, el mismo principio activo de la ayahuasca (Banisteriopsis Caapi + Psicotria viridis). Cuando se toma San Pedro y adiciona huilca, se provoca una alteración pronunciada del campo visual. Este efecto (de la huilca) dura de media a una hora como máximo. Probablemente en este momento las personas eran colocadas delante de la deidad felínica. Esta tesis se apoya en la existencia, en Chavín, de una serie de cabezas incrustadas en las paredes de la pirámide en varios estadios de transformación: desde un humano totalmente humano, hasta un felino totalmente dragón. La metamorfosis, como muestran algunos investigadores, está claramente asociada con la hinchazón de la nariz.

Dos frases que vienen del contexto tradicional del norte del Perú encierran la sabiduría de San Pedro. Una es: «Vamos levantando, vamos levantando». Aquí está presente la visión de que San Pedro te pone de pie, te fortalece, te hace enfrentar las cosas. Tiene mucho que ver con la fuerza que viene del cactus. La otra que siempre usan, es: «¡Vamos a florecer los caminos!». La idea ahora es de un florecimiento de las posibilidades; como desarrollar un trabajo, una relación, como hacerla florecer. La metáfora es buena, las plantas nacen para florecer y deberíamos hacer de la misma manera, creciendo y floreciendo.